"A través del Complejo de Edipo, el niño adquiere la conciencia de la Ley."
Luciano Lutereau
Psicoanalista
Bastante se habla y se pregunta sobre: ¿Cómo poner reglas y límites a los niños? Sabiduría que solo tienen los mismos padres, ningún psicólogo, ningún otro especialista. El infante aprende a relacionarse con la ley desde el inicio de su vida, adquiriendo límites que hacen de él un sujeto cívico y social capaz de convivir en armonía con los otros, así que se va construyendo interiormente una conciencia de la Ley, que inicia con el Complejo de Edipo, termino que utilizo Sigmund Freud para describir los sentimientos de deseo y hostilidad del niño hacia sus progenitores, expresados a través de rabietas, enojos, comportamientos de desacuerdo y celos. En el caso de la niña hostilidad hacia la madre y sentimientos amorosos hacia el padre, en el caso del niño sentimientos de hostilidad hacia el padre y sentimientos amorosos hacia la madre.
La primera ley fundamental cívica de orden social es no meterse con mamá y mucho menos comérsela, se comete parricidio canibalismo e incesto, culturalmente se dice: "las niñas son de papá y los niños de mamá", lo cual ejemplifica la interpretación que le dan los adultos a éstos sentimientos de los niños. La Ley del Complejo de Edipo la da la función paterna, la cual tiene el objetivo de formar la conciencia de la Ley de dar estructura y marcar un límite que también le de individualidad a ése infante.
La conciencia de la Ley se forma atravesando el Complejo de Edipo, atravesando la pérdida, el corte, la castración que lleva a cabo la función paterna . El primer contacto psicoafectivo lo da la madre, por lo tanto es ella quien también hace que la Ley del padre se cumpla, ésa castración que separa al hijo de la madre, que rompe con esa relación simbiótica entre el hijo y la madre dándole individualidad y realidad, está dada de manera simbólica con las acciones como el corte del cordón umbilical, el destete, la participación paterna dentro de la crianza del infante.
La conciencia se firma en el fuero interno y se va construyendo en ésta constante interacción con la experiencia externa, la realidad, la sociedad. La conciencia es ésa débil voz interior que confronta al ser humano con la realidad, que permite discernir entre el bien y el mal y se forma a partir de un otro, primero los padres, en representación de la cultura, después los amigos y la escuela, la conciencia permite hacernos cargo de nuestros actos y la dominación de los instintos. Alguien sin conciencia resulta ser un títere de sus pasiones, sin rumbo ni dirección y carece de dominación ante las tentaciones, es alguien que se pone en peligro, cayendo en situaciones conflictivas.
La conciencia en el ser humano en el estado de infancia se formará a partir de tener experiencias donde no corra peligros, donde el infante experimente libertad de actuar, donde se le permita el error, la equivocación, consolándolo no culpándolo en sus propias adversidades y desventuras, permitiéndole la libertad de pensar, sentir y de juzgar de modo diferente a sus padres o adultos cuidadores sin dejar de sentir que son amados.
Actuar bien no siempre es actuar para no ser criticado, es importante enseñar a no complacer sobre todo a los mayores y a sus padres, sino a pensar por si mismo, construyendo un pensamiento propio y auténtico. En el dominio del saber, nada aun esta prohibido, pero el saber es preciso conquistarlo, dice François Dolto en su libro ¿Cómo educar a nuestros hijos?
Dar límites no significa tener un niño "domado" y "educado "que no de "problemas" que a todo diga si, puesto que eso es sometimiento. Interrogar al Edipo, es pensar en como el niño esta atravesando su relación con la Ley y a menudo la pregunta de los padres es ¿Cómo poner limites a los hijos? cosa que solo los mismos padres pueden saber y llevar a cabo, no un extraño.
Dar limites significa mostrar un camino seguro y firme, lo cual no es hacer uso de la fuerza de carácter e imponerse con violencia sino saber sostenerse en la propia palabra, en los acuerdos, en lo que se establece, para y con ése infante para que aún experimentado frustración también experimente esa seguridad y ésa estabilidad de quien lo dirige cuando a él se le dificulta aun sostenerse y dominarse por si mismo; es relacionarlo con la Ley del padre que hace que el niño ubique su deseo y lo redirija a donde si puede ser posible ésto le dará dirección, libertad y civilidad.
El infante por si mismo no sabe de leyes, reglas ni límites, su impulso primitivo le lleva a hacer lo que le plazca, cada día lo aprenderá. Culturalmente se dice: "hay padre ausente", "no hubo padre"; la presencia o ausencia ocupan un lugar en el psiquismo por ende lo que se puede es tener un buen padre o un mal padre, pero nunca deja de haberlo.
François Dolto en su libro ¿Cómo educar a nuestros hijos? decía que el niño no puede acatar rápidamente una orden, ya que antes tuvo que admitir la orden como una sugerencia de comportamiento. La hace suya gustosamente si se lleva bien con el adulto y una vez que haya pasado un lapso de tiempo, el mismo deseara actual del modo en que el adulto se lo pide.
Es decir que antes de querer dar una "orden" es el adulto el que debe tener bien construida una relación amorosa con ése niño, puesto que la obediencia debe ser sentida por su hijo como una especie de certeza de seguridad en sus actos y de armonía en su vida, como algo realmente deseable.
Comúnmente se habla de: "La tolerancia a la frustración" lo cual es un contra sentido, ninguna frustración es tolerable, si fuera tolerante no seria frustrante. Con la frustración el infante se enfrenta a su capacidad de renuncia, el niño se da cuenta en su fuero interno que no es omnipotente , que no todo en el es completamente bueno, éso lo lleva a una renuncia y de ésta manera se inaugura la herida narcisista, que le permite ver al otro y mejorar su relación con él, cediendo algo de si mismo, es su capacidad de dar y compartir, ésta herida narcisista inaugura también el control de esfínteres.
No se trata de evitar la frustración del infante, sino de poder adquirir como adulto una posición distinta subjetivamente, de pensar al niño desde otro lugar, ante su frustración por lo cual es importante contener y sostener, quizá ésta sea una posición mas receptiva, humanizada y empática.
Como lo plantea Luciano Lutereau en su libro: "Más crianza, menos terapia": El adulto no puede esperar que el niño haga ése proceso de pérdida, sin un poco de angustia y frustración porque es necesaria e importante, además que éste proceso implica un reconocimiento en el mismo de que hay algo de "malo" en si mismo, ésto significa que se da cuenta que él también comete errores, que se equivoca, que pierde el control de si mismo, que también tiene fallas y faltas, así que la frustración es importante, esperar que un niño pase éste proceso sin frustración es insensible y falto de empatía hacia la infancia. Antes de esperar ésto de un niño hay que cuestionarse: ¿Qué operación psíquica es la que permite que un niño pueda franquearse o admitir que su Yo no es tan maravilloso y omnipotente como pudo haberlo creído en algún momento?
Éste proceso en el que el niño reconoce sus fallas y sus faltas, que se da cuenta de que no es omnipotente y maravilloso como en algún momento lo pensó es parte importante de su humanización, de reconocerse humano doliente y también sujeto de deseo.
La fantasía de omnipotencia es por ejemplo cuando alguien hace alarde de su inseguridad, lo cual no quiere decir que lo sea sino que más bien hace alusión a su omnipotencia para que le halaguen, esto habla de su narcisismo. Un inseguro no suele hacer reconocimiento de su inseguridad.
Habitamos una cultura que cría infancias con violencia, castigos y daños, François Dolto en su libro "Como educar a nuestros hijos?" Se reusaba a perpetuar los castigos y sugería hacer uso y ejercicio de la REPARACIÓN, que significa obtener una aprendizaje de éso a lo que se falto, además que no debe haber castigos por todo y de tratar de no dar tantas órdenes sino mejor aún construir un ambiente de aprendizaje, puesto que reparar en el exterior es reparar en el interior, en lo subjetivo y emocional, se propicia la humanización y se construye una buena conciencia.
François Dolto. (1998). ¿Cómo educar a nuestros hijos?. España: Paidos.
Luciano Lutereau. (2018). Más crianza, menos terapia. Buenos Aires Argentina: Paidos.
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